Adoptar hijos es una práctica realizada en España desde hace mucho tiempo. Hasta no hace mucho, estas adopciones se realizaban con niños nacidos en España debido a que por las condiciones sociales y económicas y por la falta de apoyos institucionales muchas familias no podían evitar el abandono o desamparo de sus hijos.

 

Hoy en día esta situación ha cambiado. Antes de que un niño sea adoptable, la administración intenta por todos los medios que permanezca en el ámbito de la familia biológica, y si esto no es posible, que la separación sea lo más corta posible.  Por ello, el número de niños españoles en situación de necesitar ser adoptados ha disminuido sensiblemente. Si a esto sumamos el incremento de familias que se abren a esta diferente forma de crear una familia, la consecuencia es que la mayoría de familias adoptantes optan por la llamada Adopción Internacional. Esto es, adoptar un niño de otro país a través de un procedimiento legal en el que se ven involucradas las administración española  y la del país de origen del niño.

A nadie se le escapa que la adopción de niñas en China ha sido una de las tendencias más visibles en los últimos diez años. Sin embargo, el abanico de países en los que la adopción internacional es viable se ha abierto a otros países de Asia (India, Vietnam, Nepal), Latinoamerica (Colombia, Ecuador, México), África (Etiopía, Senegal, Marruecos, Burkina Faso, Mali) e incluso Europa (Polonia, Rumanía y los países procedentes de la antigua Unión Soviética). Por eso no es extraño ver, sobre todo en las ciudades mayores, padres españoles con hijos cuyos rasgos físicos nos indican su procedencia extranjera.

Adoptar es otra forma de crear una familia. Tradicionalmente han existido muchos prejuicios en torno a este método: que si no se les puede querer igual que a un niño biológico, que si éstos nunca van a ser tuyos totalmente, que vete tú a saber quiénes eran sus padres, y si a estos prejuicios añadimos los propios de las diferencias raciales, nos encontramos con una situación difícil para los padres adoptantes y para los niños que han tenido la mala suerte de encontrarse en una situación de desamparo. Estos prejuicios han caído por su peso gracias a las primeras y valientes familias adoptantes y gracias a que España es una sociedad más abierta y formada que la de hace treinta años.

Incluso podemos hablar de que la adopción es una forma de tener hijos no solo tan natural como la de descendencia biológica directa, sino sobre todo, tan satisfactoria. Para los padres gestantes, los meses de espera son un tiempo a la vez de ilusión y de expectación por el desconocido que se unirá a la familia. Para los padres adoptantes el tiempo de espera se convierte también en un tiempo de ilusión y expectación. Con una añadido, que este hijo además trae consigo lo que llamamos “la mochila”, el cúmulo de experiencias ya vividas, positivas y negativas, y su origen cultural y étnico, lo que aporta otra dimensión a la espera. Exige en este tiempo formarte como padre o madre de una manera diferente: comprensivos ante un niño que ha sido abandonado y que tiene miedo a un nuevo abandono, que manifestará su tensión y desconcierto ante el cambio sufrido, que además tiene derecho a no perder su identidad cultural y nacional, que en algún momento preguntará quiénes fueron sus padres biológico, que tal vez quiera volver a tener contacto con su primera familia,  y que será tan español o marucho como cualquier otro de San Nicolás. Esta exigencia te mejora como persona y la mochila que trae el niño pasa a ser compartida.

La experiencia de otras adopciones y los estudios psicológicos de familias adoptivas han evidenciado que no hay diferencias significativas con las familias con descendencia biológica. El apego entre padres e hijos, ese lazo que une afectivamente de manera indisoluble para toda la vida, surge en las familias adoptivas en los primeros meses de unión. Una vez creado el vínculo, es tan fuerte como cualquier otro. Cualquier retraso en el desarrollo, físico o intelectual que pueda haberse producido por dificultades en la crianza, es rápidamente recuperado por los niños en sus nuevas condiciones.

Adoptar es un camino, no corto y no exento de imprevistos, como cualquier embarazo. Desde luego, no es una opción para gente especialmente impaciente. Estos son los pasos a seguir.

1. Solicitar la adopción. En España son las Comunidades Autónomas las que tienen competencias en el ámbito de la adopción. Por eso debemos acudir telefónicamente (955890200) a la delegación provincial de la Consejería de Bienestar Social para que nos den cita a una charla informativa antes de presentar la solicitud. Allí te entregan la solicitud y hay que presentarla con  número no pequeño de documentos solicitados. En esta dirección web hay bastante información para irse haciendo a la idea. http://www.juntadeandalucia.es/igualdadybienestarsocial/export/Infancia_Familia/HTML/tema8.html

2. Lograr el Certificado de Idoneidad.  Antes de proceder a la adopción la Junta de Andalucía debe emitir el Certificado de Idoneidad (CI), que es el documento que te permite adoptar en España o en cualquier otro país del mundo. Para obtener el CI hay que hacer primero un cursillo impartido por la Junta y luego recibir las visitas de un psicólogo y de un trabajador social que estudiarán la viabilidad de tus deseos y que dan garantía de que el niño adoptado será acogido en un entorno adecuado y capacitado. Este estudio, que resulta un tanto pesado, así como el cursillo, son ahora mismos sufragados por la Junta de Andalucía. En el CI se indica el rango de edad de los niños adoptables, el número de hermanos, si tendrán o no alguna enfermedad o circunstancia especial y el país.

3. Elegir país. Para tener el CI en la mano es necesario elegir primero el país y segundo, el procedimiento, o bien “por libre” o bien por ECAI. Las ECAI (Entidades de Cooperación con la Adopción Internacional) son las asociaciones que intermedian entre España y el país de adopción. Cada país tiene unas normas propias que nos animarán o desanimarán a adoptar. Tenemos que tener en cuenta también nuestra sintonía con un país o cultura determinada. En la página web de la Consejería hay información y recomendaciones sobre los países, y también es interesante visitar la página de la Coordinadora de Asociaciones en defensa de la Adopción y el Acogimiento: http://www.coraenlared.org/index.htm

4. Solicitar la adopción en el extranjero. Una vez que tengamos el CI en la mano debemos o por libre o por ECAI  dirigirnos al país de origen del que será nuestro hijo. Será el momento de volver a preparar un montón de papeles y también de desembolsar una cantidad de dinero. El dinero depende del país y del procedimiento. Con la documentación en la mano hay que enviarla al país en cuestión y darle allí registro formalmente.

5. Esperar asignación. Cuando nuestra solicitud llega al país de destino, entra en una lista de espera que depende de la edad solicitada del niño, de sus características y de nuestra propia situación (solteros, etc). Este es el momento más pesado pues no queda otra cosa que espera pacientemente. Normalmente las esperas son largas. Hay países que pasan de asignar bebés en plazos de poquísimos meses a de repente ralentizarse y tener a las familias dos años esperando. Hay que armarse de paciencia. Para esto son muy útiles los foros de familias adoptantes que hay en Internet, pues comparten la espera, la información y se crean lazos que pueden continuar cuando los niños hayan llegado a España.

6. Aceptar la asignación.  Un día se recibe una llamada con una buena noticia: ya se ha asignado un niño para ti y solo queda que la administración del país dé en breve el visto bueno para ir a recogerlo. En fin, como romper aguas. Ahora es el momento de preparar el viaje y prepararse para el encuentro.

7. El encuentro. Según el país se viajará en grupo o en privado. Algunos países obligan a viajar dos veces antes de poder tener definitivamente al niño. Cuando el niño ya es legalmente nuestro hijo, iremos a la casa de acogida, el lugar de transición entre el orfanato y la adopción, para recogerlo. Allí en el país, terminaremos de formalizar la documentación para poder traer el niño a España.

Cuadro de texto: Una familia  cada vez más habitual
8. La llegada. Cuando lleguemos a España, procederemos a inscribirlo en el registro civil como nuestro hijo a todos los efectos. Tendremos que plantearnos su escolarización, si no habla español, enseñárselo, llevarlo al médico, etc. Pero sobre todo, como tras cualquier parto, habrá que darle mucho cuidado y cariño.

En fin, toda una aventura esto de la adopción, sea española o internacional. Hoy en día hay más modelos familiares que antes. Parejas clásicas, separadas, padres y madres solteros, parejas homo y heterosexuales, familias de acogimiento y familias adoptivas, familias interculturales e inmigrantes. Debemos empezar a replantearnos los días del padre y de la madre, los árboles genealógicos y demás tópicos que no responden a las nuevas realidades paternofiliales.  Todas diferentes, pero todas iguales: todos somos hijos del amor. Una oportunidad de ser más felices y de hacer más felices a los demás. Una oportunidad para aquellos y aquellas que deseen sentir la paternidad de una manera diferente. A ver, ¿se animan?

Bernardo Ruiz