Aquella cálida noche del Jueves 15 de Agosto desaparecieron dos personas en el pueblo sin dejar rastro, nadie se explicaba tan súbita desaparición, ni relacionó en ese momento la simultaneidad de las mismas, El sacerdote Don Juan, el mayor de ellos, que tenía 42 años no andaba muy lúcido últimamente, los comentarios más perversos lo atribuyeron a posteriori a un desengaño amoroso que más bien resultó ser una ilusión platónico, porque en la práctica era un amor "contranatura ", resulta, según me contaron las afiladas lenguas viperinas, que estaba realmente encandilado con la niña del Sr. alcalde, que apenas si había cumplido los 15 años, el motivo de su enamoramiento era por causa de vivir en alto dominante desde donde a pesar de no haber ventanal, por una hendidura de la ruinosa pared, abarcaba con la vista el patio del Sr.  Alcalde, donde la bella criatura aligeraba sus sofocos estivales en una piscina de plástico, aparentemente, oculta a los  ojos de cualquier curioso, como consecuencia, más de una vez sus baños fueron con su gentil  y esplendoroso cuerpo absolutamente desnudo; desde finales de Junio se venían produciendo estos avistamientos, para solaz y autocomplacencia del señor párroco.

 

    Corría el calendario y a mediados de Agosto la chiquilla, procedió a su baño cotidiano, en esta ocasión acompañada de Pedrito, un muchacho natural del pueblo con 18 asíos cumplidos, al que las nenas adoraban por su exuberante belleza, como quiera que fuera y dada la atracción que ambos se profesaban, los arrumacos las caricias y los besos dieron paso a una sesión de arrebato de alto voltaje, que no llegó a mayores por puro milagro, el bello adonis tuvo que atender Lina llamada del móvil y aunque no llegó a tiempo de atenderla, esta contingencia puso punto final a la sesión de arrebato amoroso.

 

    Esa misma noche se echó en falta a Pedrito, eran las 2 de la mañana su familia preocupada por la tardanza, empezó a ponerse nerviosa y a telefonear a familiares y allegados para intentar averiguar donde se encontraba; como quiera que ¡as averiguaciones no dieron resultado, sobre las de la madrugada, sus padres salieron en su busca a los lugares donde la juventud solía ubicarse.  Pasaron las horas y alboreando el nuevo día, decidieron denunciar los hechos a la guardia civil, tomaron nota y el agente advirtió a los padres que hasta pasadas 24 horas y siguiendo el protocolo establecido, no se podía entender como desaparecido y empezar la búsqueda.

 

    Durante el mismo día se elaboraron carteles con la foto del muchacho, para colocarlas en el mismo pueblo y en otros aledaños, se organizaron patrullas de rastreo peinando todos los alrededores excepto el río, que debía ser dragado por la propia guardia civil, hecho este, que se produjo el mismo Sábado 17 durante todo el día mientras hubo luz diurna, si bien, dicha búsqueda no produjo ningún resultado, solamente la macabra anécdota de un cuerpo putrefacto de una oveja, que había dado por perdida unas semanas antes Jacinto el pastor, la extracción del cuerpo creó expectativas morbosas de un desenlace fatal para los curiosos que se arremolinaban en las riberas del cauce, mientras que sus padres y familiares suspiraban de alivio.

 

    Llegado el Domingo 18, la consternación y la preocupación por la desaparición de Pedrito, era generalizada, el desánimo cundía por doquier, no quedaba más remedio que encomendarse a Dios, y así estaba dispuesto. que las más fervientes creyentes del lugar, solicitaran a Don Juan, una rogatoria por la aparición del muchacho.

 

    Don Juan, el sacerdote, solía llegar la iglesia sobre las 10,30 horas de la mañana, para hacer los preparativos de la santa misa, en lo que el denominaba el día grande, los días entre semana, de Lunes a Miércoles oficiaba su obligatoria misa a la que solo asistían las personas más creyentes a modo particular, también asistía esporádicamente algún que otro feligrés, con carguillos de conciencia, ya saben: Copitas, visitas a lugares de dudosa reputación, alguna inconveniencia con la pareja...., de Jueves a Sábado oficiaba en otro pueblo bajo su responsabilidad.  El Domingo siendo ya las 10,55 horas, doña Matilde comentó a doña.  Serafina, lo extraño de la tardanza de Don Juan; pasada otra media hora, la extrañeza por la tardanza del sacerdote era generalizada, ni que decir tiene que Don Juan no hizo acto de presencia y sobre las dos de la tarde, los más avispados hacían su propias conjeturas, que eran para todos los gustos, empezando a relacionar, su desaparición con la de Pedrito, inmediatamente los comentarios especulativos no tardaron en llegar: "Se habrán fugado” "nunca me gustó ese tipo” "tanto trasiego de los niños con el cura era sospechoso " "¿Ha ido alguien a buscar al cura a su casa?  ", la pregunta produjo un silencio penetrante entre los presentes; inmediatamente, dos de ellos, reaccionaron y decidieron llegarse al domicilio del párroco, pero el resultado fue infructuoso, nadie contestó a sus llamadas, si bien se percataron de un desagradable olor que provenía del interior, “joder con el cura podía pagar para que le limpiaran la casa" "a ver si le ha dado un chungo y está fiambre".

 

    Serían las seis de la tarde, cuando aprovechando la presencia del coche patrulla de la guardia civil, un vecino se acercó a comentarles la incomparecencia del sacerdote a la misa de la mañana y las noticias recibidas por boca de los vecinos que fueron a buscarlo a su casa.  La guardia civil se personó en la vivienda, pero ante la falta de respuesta, solo consiguieron acceder a la casa gracias a la colaboración de Jaime un muchacho de 17 años, quien debido a su insultante juventud y agilidad felina, alcanzo a subir por el tejado abriendo desde dentro la puerta.  Después de una minuciosa inspección la guardia civil encontró sobre lo alto de la lavadora unos atributos masculinos en estado de putrefacción, que eran los que causaban el desagradable olor en la vivienda, pero no hallaron nada más, lógicamente, la guardia civil guardó la más estricta confidencialidad y mutismo realizando la inspección sin la presencia de ojos indiscretos presentes.

 

    “¡Dios mío el cura esta ahorcado en mi redil!" entró gimoteando con el rostro desencajado Jacinto el pastor, al tiempo que demandaba con urgencia una copa de brandy al dueño del bar.  Inmediatamente, se arremolinaron a su alrededor todos los presentes, solicitando detalles de tan estremecedor hallazgo.  "¿Estaba solo?" "¿no había nadie más?". El dueño del bar alertó a la guardia civil telefónicamente del suceso, pero mientras tanto y a pesar de ser de noche, se organizó una esporádica patrulla dispuesta a registrar todos los vericuetos del redil de Jacinto, unos con mecheros otros con linterna; se internaron al redil, donde además de ovejas también había varios guarros ibéricos, y el descubrimiento fue aterrador, había una osamenta cuarteada de apariencia humana completamente devorada por los cerdos.  Al llegar la guardia civil, ordeno el inmediato desalojo del lugar de los hechos; uno de los patrullantes (buen bebedor), tuvo necesidad de aligerar la vegija, y al alcanzar la parte trasera del redil, allí estaba "granuja", el mastín de Jacinto, royendo plácidamente un hermoso hueso blanco que debía haber sustraído a los cochinos, puesto que a la postre resultó ser el de un fémur humano.

 

    La guardia civil determinó en su investigación tras inspeccionar el teléfono móvil del cura, que el día de la desaparición, llamó sin respuesta a Pedrito a las 18,32 horas y a las 22,45 le realizó otra llamada con una duración de 52 segundos.  Que le dio muerte en su domicilio, lo mutiló y lo transportó nocturnamente al redil de Jacinto, suicidándose posteriormente.  En su ordenador personal encontraron fotos de la gran mayoría de jóvenes parroquianos y no parroquianos, destacando una dedicatoria especial: "Mi virgen María". Era el pie de foto de la niña del Sr.  Alcalde, desnuda mientras se bañaba en su terraza, obtenida sofisticadamente a través de la hendidura de su morada.

 

    Motivo del crimen: CELOS Y PEDERASTIA.