Errante

 

Me dejaste vacío y sin la vida

como la vieja piel de una serpiente

sonámbulo en un pueblo sin ventanas,

ni puertas que pudieran conocerte.

 

Desterrado en las páginas del tiempo

cabalgué por los tallos de la nieve,

huyendo de los perros del destino

que venían tras de mi para morderme.

 

Te llevaste los pétalos del sueño,

dejándome el dolor del nuca vuelve,

y el crisol diminuto de los días

a cambio del pellejo de los meses.

 

Buscando en el baúl de las ausencias,

me puse el corazón que te mereces

y enterré bajo el árbol del olvido

el regalo que te hice para siempre.

 

Antonio Parrón (Cazalla)